viernes, enero 06, 2006

 

Cómo pasar unas vacaciones realmente espantosas

Copié este artículo del libro "Pensar por libre" de Enrique Monasterio. Me hizo gracia y lo adapté un poco:

1. Haz como las gaviotas. Únete a la bandada migratoria más numerosa que encuentres, y huye de todo, menos de la multitud. Haz siempre lo que haga la mayoría, que la mayoría no se equivoca jamás. No renuncies al placer de las aglomeraciones ni de los embotellamientos de tránsito en la ciudad. ¿Por qué vas a privarte del entrañable olorcito del micro?

2. Sé fuerte. Que nadie te aparte de tu firme propósito de no hacer nada hasta el inicio de clases. Sigue el ejemplo del Podargo australiano, el ave más perezosa del planeta, que no se mueve ni para comer: se limita a tumbarse sobre una rama, abre su inmensa boca, y se deja alimentar por los insectos suicidas, que entran hasta su estómago para echar una ojeada. Haz tú lo mismo: toma tu bolsa de Doritos y mimetízate en tu cama.

3. Aíslate. Nada como una buena multitud para lograrlo sin esfuerzo. Tápate los oídos con los headphones del MP3, y masajéate los tímpanos con el estruendo de la música a todo volumen. Y no te olvides del Nintendo.

4. No leas nada. No aprendas nada. Deja tu cerebro en reposo letárgico durante todas las vacaciones. Con un poco de suerte, en marzo padecerá una atrofia total e irreversible.

5. Acapara el mayor número de DVD's: menos de cincuenta sería peligroso; podrías caer en la perniciosa tentación de hacer deporte, o, lo que es peor, de leer un libro.

6. Despiértate tarde por las mañanas. Piensa que, cuanto más duermas, más corto te parecerá el tormento de las vacaciones. Lo ideal sería que permanecieras en estado de duerme-vela durante todas las vacaciones; pero, como no es posible, levántate despacito; no corras riesgos, que el infarto acecha donde menos se espera.

7. Al anochecer, imita de nuevo a los podargos, que, como bien saben los ornitólogos, entran en acción a esas horas: devoran toda clase de larvas e insectos, y terminan su jornada entre gritos lastimosos. Según los nativos, esos gemidos anuncian catástrofes, pero más bien parecen producto de su mala digestión.

8. En resumen: no niegues nada a tus sentidos, ni concedas nada a tu inteligencia. Que el refrigerador sea tu amigo inseparable; la televisión tu alimento y tu punto de mira; el Discman, tu lavadora de cerebro... Y los demás —tu familia, los amigos—, meros puntos de referencia, objetos de usar y botar.

9. No te olvides de aprovechar las vacaciones para chismear y chatear con todo el mundo. Nada te amargará tanto la existencia como descargar un poquito de veneno sobre tus enemigos íntimos. Y no pienses que el chismorreo es cosa sola de mujeres. Estamos en una sociedad igualitaria. Todos tenemos derecho a la libertad de expresión.

10. ¿Y Dios?... Lo siento: no soy capaz de llevar la ironía hasta ss últimas consecuencias. Ni en broma puedo aconsejarte que pongas a Dios en naftalina y lo guardes con la ropa que no usas. Pero si, de verdad, quisieras pasar las más tristes vacaciones de tu vida, bastaría con seguir el ejemplo de tantos miles de personas que, en estas fechas, huyen descaradamente de Dios. Se parecen a esos otros que, de vez en cuando, escapan de lo que en teoría más quieren —de su mujer, de sus hijos— en busca de un «desahogo», de un descanso.A éstos, y a los que piensan que las vacaciones son un paréntesis de su fe, habría que recordarles que, quien necesite descansar de sus amores, no sabe amar. El amor es el mejor descanso para el alma y el cuerpo. Y Jesucristo quiere encontrarse con nosotros, también en la playa, donde ya comió pescado a la brasa con sus discípulos, o en la montaña, donde organizó una tarde la gran comida de los panes y los peces.

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