viernes, diciembre 16, 2005

 

Para preparar la Navidad

Hace pocos días, en su alocución del Ángelus, el Papa Benedicto XVI ha alentado a todos los fieles de la cristiandad a prepararnos para la Navidad.
Nos ha animado a no caer en la que él llama “contaminación” comercial: en efecto, todos podemos caer en estos días de fiesta en la tentación de dejarnos llevar por las compras y los ajetreos a los que nos arrastra la sociedad de consumo, dejando de lado el sentido auténtico de la Navidad.

Para no caer en ese peligro, el Papa nos alienta a hacer uso del recurso de la Virgen. Ha puesto su atención en que los católicos hemos celebrado hace pocos días la fiesta de la Inmaculada Concepción, con lo que Santa María se convierte en la “puerta de entrada de la Navidad”, como la llama el Papa.

¡Acudamos a la Virgen, como nos sugiere Su Santidad, para concentrarnos como es debido en estas fiestas! Como dice Benedicto XVI, su auténtico espíritu está
“caracterizado por el recogimiento, la sobriedad, una alegría que no es exterior, sino íntima”. ¡Esta es la auténtica Navidad que hace falta que habite en nuestros corazones! Unas fiestas de la venida de Jesús en las que nos unimos más a Él, buscamos parecernos más a Él, acudimos más a Él. Nos dice el Papa hablándonos de la Virgen: “Dejemos, por tanto, que sea ella quien nos acompañe; que sus sentimientos nos animen a predisponernos con sinceridad de corazón y apertura de espíritu a reconocer en el Niño de Belén al Hijo de Dios, venido a la tierra por nuestra redención. Caminemos junto a ella con la oración y acojamos la repetida invitación que nos dirige la Liturgia de Adviento a permanecer en espera, una espera vigilante y gozosa, pues el Señor no tardará: viene a liberar a su pueblo del pecado”.

Hace poco, los diarios de todo el mundo daban noticia de la muerte de un centenario excombatiente de la primera Guerra Mundial. Era el último testigo de un acontecimiento único en la Historia de las Guerras: una tregua el día de Navidad, en la que ingleses y alemanes dejaron de luchar, cantaron villancicos, jugaron partidos de fútbol y hasta se intercambiaron regalos. Algunos opinan que ese episodio pudo haber detenido la guerra y evitado que mueran nueve millones de personas hasta que tuvo lugar el Armisticio.

Algo parecido podría suceder en nuestros corazones con la venida de Jesús: una transformación interior. En Belén, nos encontraremos con un Niño, pobre, desnudo y necesitado de calor y cariño, que además tiene como misión dar su vida por nosotros. Y es la Virgen quien nos lo enseña.

En Italia es muy tradicional que en la fiesta de la Inmaculada Concepción, las familias preparen los Nacimientos, el belén, en sus casas. Tomando ocasión de esta costumbre, el Papa nos dice “Hacer el belén en casa puede ser una forma sencilla pero eficaz de presentar la fe y transmitirla a los propios hijos. El pesebre nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios que se ha revelado en la pobreza y en la sencillez de la gruta de Belén”.

¡Permitamos también nosotros que el Niño habite en nuestros corazones! Por eso nos dice también el Papa: “El belén nos puede ayudar, de hecho, a comprender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, que «siendo rico, por vosotros se hizo pobre» (2 Corintios 8, 9). Su pobreza enriquece a quien la abraza y la Navidad trae alegría y paz a quienes, como los pastores, acogen en Belén las palabras del ángel: «esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lucas 2, 12). Sigue siendo el signo también para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI. No hay otra Navidad”.

Comments: Publicar un comentario

<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?