domingo, junio 11, 2006

 

6-6-6, el día de la bestia


Por: Juan Chapa
Sagrada Escritura Facultad de Teología
Universidad de Navarra
6 de junio de 2006 Diari de Tarragona

La cuestión numérica

Atención al 6 de junio de este año. El 06 del 06 del 06 sólo se da una vez en cada siglo y recuerda el célebre número de la bestia del Apocalipsis y la figura del Anticristo, 666.

Para más emoción, ese día se estrenará “La profecía”, un remake de aquella famosa película de los años setenta. “The Omen”, en la versión original.

El argumento es que un niño entregado a un matrimonio en lugar del hijo que acaban de perder es en realidad el Anticristo. Los padres sólo lo descubrirán cuando tenga cinco años y les sobrevengan toda clase de espantos.

En el Apocalipsis de Juan, el último libro de la Biblia, el número 666 identifica al adversario de Cristo y sus seguidores lo llevan marcado. Desde el principio han sido muchos los intentos de aplicar este número a un personaje concreto de la historia pasada o contemporánea. Los candidatos van desde Nerón o Trajano, pasando por Lutero, Napoleón o Hitler, hasta Ronald Reagan o Bill Gates.

Como en hebreo y griego las letras se usan como números (A = 1; B = 2, etc.), resulta que todos los nombres tienen un número asociado, que se forma sumando las letras. Así, el 666 puede ser el nombre encriptado de un personaje, conocido por los destinatarios del libro, cuyas letras sumaban esa cifra.

Algunos candidatos

Hasta ahora ninguna de las identificaciones que se han propuesto resulta satisfactoria. La de “César Nerón” es posible, pero presenta dificultades. La variante 616 que aparece en algunos manuscritos antiguos puede aplicarse al “dios César” o a Calígula, el célebre emperador que nombró a su caballo cónsul.

Recientemente, algunos intérpretes sostienen que Juan habría redondeado el 616 en 666 para mostrar mejor el contraste con el nombre de Jesús, cuyo valor numérico en griego es el 888. Sobre el eje de la plenitud, representada en un hipotético 777, Cristo, que excede esa plenitud, y el Anticristo, que quiere llegar a ella y no llega, se entabla la batalla final.

Si Juan estaba pensando en Nerón, en Calígula o en otro personaje de su tiempo, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que toma prestado imágenes de la literatura apocalíptica judía para hablar proféticamente de los combates finales que habrán de sufrir los cristianos antes de la segunda venida de Cristo. Los últimos tiempos se han inaugurado con la muerte y resurrección de Jesús. Desde entonces a la Iglesia le espera una constante lucha contra el Adversario, que será más intensa cuanto más cerca esté el final.

El fondo del problema

En el Apocalipsis el 666 es el símbolo de las fuerzas del mal que defienden, justifican y propagan la deificación del poder, la impostura de un poder que quiere suplantar a Dios. En tiempos de Juan ese peligro estaba representado en el culto divino al emperador. Luego, se ha repetido otras veces a lo largo de la historia.

Han sido muchos los momentos en que se ha vuelto a intentar sustituir a Dios por el hombre. Los actuales también lo son. No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que el deseo del hombre de colocarse en lugar de Dios no es cosa del Imperio Romano. Prescindir de la verdad y poner en el trono a los propios gustos es el pan de cada día. No en vano Benedicto XVI advierte constantemente de los peligros de ese relativismo a la carta.

El Apocalipsis, al contrario de lo que muchos piensan, no es un libro tenebroso. Es un libro de consolación. Cristo ha vencido. El día de su resurrección es el día de su victoria y los que tenemos fe tenemos la seguridad de su actuación y de su regreso. Aunque las cosas, en tantos momentos de la historia, no sean fáciles, no hay nada que temer. La bestia será derrotada. Lo importante es estar del lado del vencedor. Preferir el 8-8-8 al 6-6-6.

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